martes, 27 de abril de 2010

Buddy Bolden por Joachim Berendt.

Buddy Bolden nació en los años setenta del siglo pasado en Nueva Orleáns. Fue peluquero. En un mercado de pulgas adquirió un viejo acordeón. No conocía las notas, pero podía repetir con gran facilidad cualquier melodía escuchada en algún lado (los blues de los negros y las arias de las grandes óperas, cantadas en la famosa French Opera de Nueva Orleáns).

En la alegre ciudad del delta del Misisipi, la música estaba en el aire. Nada ocurría sin música. A través de las calles iban los band waggons sobre los que se acomodaban las bandas que acompañaban con música casi cualquier acontecimiento: desde el nacimiento de un ser humano hasta su muerte. El joven Buddy Bolden escuchó todo esto y quería imitarlo. Pronto se dió cuenta de que el acordeón no era el instrumento adecuado para ello; se decidió entonces por la trompeta. El haberla encontrado en la calle no es más que una leyenda, pero en un sentido figurado -que de hecho compone toda leyenda auténtica- esto es cierto. En los años noventa Buddy dirigió un conjunto que logró en Nueva Orleáns un éxito sin igual.
Al oirse su corneta se solía decir: "Buddy Bolden is calling his children home": los hijos eran la gente de Nueva Orleáns deseosa de bailar y reír.

Casi todos los que hablan sobre Bolden elogian el volúmen y el potente sonido de su corneta. El clarinetista Alphonse Picou, por ejemplo, dice: "Buddy fue el más sonoro de todos, y se podía escuchar su corneta con tanta fuerza como cuando Louis Armstrong toca con una instalación de micrófono y altavoces".

Unos y otros repiten que se podía oir la corneta de Bolden a través de toda Nueva Orleáns, observación que parece increíble en vista de que ya entonces Nueva Orleáns era una gran ciudad, pero que adquiere cierta verosimilitud cuando se piensa que tantas personas distintas la han hecho en forma coincidente. El guitarrista Danny Barker explica este hecho, y en general, el fenómeno de que el aire de Nueva Orleáns estuviese literalmente "pletórico de música", con el argumento de que la ciudad "posee otro tipo de acústica; alrededor de la ciudad hay agua, y también la hay debajo... todo es húmedo, y a esto se añade el calor y la humedad de los pantános... y debido a todo esto, y puesto que el sonido es conducido por el agua, los sonidos eran llevados por encima de todo cuando tocabas tu corneta en Nueva Orleáns, especialmente en noches claras y cuando personas como Buddy tocaban sus maravillosas trompetas..."

A finales del año 1906 Buddy Bolden comenzó su descenso. Vivía entonces con una joven llamada Nora Bess, con su madre y su hermana Cora. Se quejaba con frecuencia de fuertes dolores de cabeza. Los dolores no tardaron en hacerse tan agudos que Buddy comenzó a tocar notas falsas. Durante un desfile callejero en ese mismo año enloqueció y tuvo que ser aprehendido. Al final ya no podía tocar en absoluto. No reconocía ni a sus mejores amigos. En abril de 1907 fue llevado a un sanatorio para neuróticos, después de que sus vecinos se habían quejado continuamente de él.

Al terminar la primera Guerra Mundial se dejó temporalmente libre a Buddy. Fue enviado con su madre y su hermana, a Nueva Orleáns; pero ya nadie lo conocía. Había sido olvidado, él, el hombre que diez años antes había sido el héroe de la ciudad. Por su parte, Buddy ya no conocía a los pocos que lo recordaban; no sabía siquiera que en cierto tiempo había hecho música. pronto tuvo que ser llevado nuevamente al manicomio. Allí vivio hasta el 4 de noviembre de 1932. Se le hacía un diagnóstico una vez al año, y los resultados de los exámenes hechos a través de tantos años coinciden casi literalmente. En 1921, por ejemplo, se dijo: "Tratable, responde bastante bien, ilusiones paranóicas, también delirio de grandeza, alucinaciones acústicas y ópticas; habla consigo mismo. Gran capacidad de reacción. Faltan el sentimiento y la capacidad de juicio. Empeora. Pronuncia secuencias de palabras incoherentes. Escucha voces de las personas que lo molestaban antes de venir aquí. Diagnóstico: demencia tipo paranoide".
Estos informes -que corresponden notablemente con aquellos que se tienen sobre la enfermedad de Vincent van Gogh- se encnuentran todavía hoy entre los papeles del archivo del asilo Jackson. Allí están también las cartas que escribían su madre o su hermana.
Son cuarenta o cincuenta papeles los que se conservan -en el asilo de Jackson- sobre Buddy Bolden, entre ellos veinte sobre los cinco dólares que hicieron falta para su entierro. En ninguno de estos papeles se dice una sola palabra sobre el hecho de que Buddy Bolden había sido músico, un músico creador en la forma de tocar elegida por él y que sesarrolló junto con otros.

Todo lo anterior y mucho, mucho más, viene en el fabuloso libro El Jazz de Joachim Berendt editado por el FCE en su colección Popular.


El capítulo dedicado a Dizzy Gillespie y a Charlie Parker es una joya.

Pa los flojos que no les gusta leer:


Gracias a Carlos Vieyra y su biblioteca de primeras ediciones.

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