Su obra no es contestataria en el modo de los ya famosos Obey y Bansky que "desafían" al sistema cada vez que pegan en la calle un nuevo esténcil de veinticinco mil dólares. Tampoco es parecida ni en forma ni en fondo a las geniales pinturas en aerosol de Os Gemeos y mucho menos podríamos compararlo con el realismo de Boxi o con el fascinante mimimalismo estético de Blu ni con las gigantescas figuras geométricas y tipografías de L´Atlas ni con el glamoroso mundo de Fafi, pero con quien si podríamos hacer un parangón es con un pintor que lo antecedió por un siglo: René Magritte y con el divertido trabajo del diseñador gráfico Genevieve Gauckler.
Escif comparte con el pintor surrealista belga, ese estilo evocativo y metafórico capaz de crear en el observador un corto circuito visual y transportarlo al mundo onírico a través de la poesía y la ironía, temas siempre presentes en sus trabajos. Con Genevieve tiene un parecido en la forma: el uso de pocos colores, dibujos y personajes de líneas simples pero estilizadas más parecidos a ilustraciones de cuentos infantiles que a la acostumbrada violencia impactante del street art.
Los muros que Escif elige como lienzos, casi siempre corroídos por el tiempo, descarapelados, le dan un plus maravilloso a su obra y la dotan de un carácter único.










Guau.





1 comentario:
qué descubrimiento, es sorprendente y delicado, me gusta mucho
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