"Dunbar y Battiest. Jumbo y Plunketsville. Pickens, Muse y Bethel. Wapanuka. Boggy Depot y Kingfisher. Gerty, Ringling y Marble City. Si esto fuese una película, aquí es donde las páginas del calendario empezarían a volar. Las veríamos revolotear contra un fondo de carreteras rurales y malas hierbas secas arrastradas por el viento, y luego los nombres de esas poblaciones aparecerían a toda velocidad mientras seguíamos el avance del Ford negro por un mapa del este de Oklahoma.
La música sería grabosa y llena de brío, un chun-chun síncopado que imitaría el ruido de las cajas registradoras. Un plano seguiría a otro, cada uno disolviéndose en el anterior. Cestas rebosantes de monedas, hotelitos de carretera, manos aplaudiendo y pies pateando, bocas abiertas, caras con ojos saltones vueltos hacia el cielo. La secuencia duraría unos diez segundos y, cuando terminara, todo el mundo en el cine conocería la historia de ese mes. ¡Ah, la fuerza del viejo Hollywood! No hay nada como eso para impulsar las cosas hacia adelante. Puede que no sea sutil, pero es eficaz."
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